LTE es la tecnología de Internet móvil que realmente están
desplegando los operadores en España. Es decir, si compras un teléfono, de lo que tendrás que asegurarte es de
que sea compatible con LTE. De hecho, es lo que aparece muchas veces en la
pantalla del teléfono cuando te conectas a una red 4G.
Es
similar a lo que ocurre con el 3G, que es una familia con distintos tipos de
conexiones según su rapidez (como UMTS, HSPA o HSPA+, que quizás también hayas
visto en la pantalla de tu smartphone). En el mismo sentido, el 4G engloba
varios tipos de conexiones, entre ellas el LTE.
En
realidad existe un debate sobre si
el LTE debe considerarse 4G. Esto es porque la Unión Internacional de
Telecomunicaciones (UIT), el organismo de la ONU que asegura la homogeneización
de las telecomunicaciones en el mundo, decidió en el 2003 que para que algo
pueda ser 4G (a lo que llaman IMT-Advanced) debe ser capaz de alcanzar
velocidades de hasta 1 Gb/s (1.024 Mb/s).
Esto
es algo que el actual LTE no permite y por lo tanto no podría considerarse 4G.
Sin embargo, la UIT después ha sido algo ambigua respecto al LTE y muchos
operadores han decidido igualmente llamarlo 4G. En el fondo tiene más gancho
comercial.
La
única tecnología convencional que puede llamarse 4G con propiedad es la
llamada LTE Advanced, que
alcanza velocidades de hasta 3
Gb/s, pero de momento apenas hay teléfonos compatibles y solo está
presente en Rusia y Corea del Sur.
Como
curiosidad, Alemania fue uno de los primeros países en tener LTE y allí no se
comercializa como 4G (simplemente LTE). Por otro lado, a la tecnología HSPA+
que en España se le sigue llamando 3G, en México el operador Iusacell la
comercializa como 4G.
En
cualquier caso, en la mayoría de países los operadores han decidido bautizar a
sus redes LTE como 4G.
Más
allá del nombre, tener en la palma de tu mano un dispositivo capaz de alcanzar
velocidades comparables a las de la fibra óptica puede suponer un antes y un
después en cómo utilizamos Internet.
¿Merece
la pena? Si utilizas Internet móvil, sí. Sobre todo porque no supone un coste
adicional en España y la mejora sobre el actual 3G es clara.
Sin
embargo, hay que tener un teléfono compatible y vivir en una ciudad con
cobertura, pero cada vez hay más modelos a precios más bajos y la mayoría de
poblaciones grandes disponen ya de esta tecnología.