En
mayo de 1945, Arthur C. Clarke, conocido físico y escritor, profetizó, no sin
base científica, un sistema mundial de telecomunicaciones basado en estaciones
geosícronas, adelantándose, no obstante, a las posibilidades tecnológicas de
esa época.
Sin
embargo, con la puesta en órbita del primer satélite artificial, el Sputnik-1
(URSS), el 4 de octubre de 1957, se abrió un amplio abanico de posibilidades
para un buen número de aplicaciones.
Los satélites
de comunicaciones son un medio muy apto para emitir señales de radio en
zonas amplias o poco desarrolladas, ya que pueden utilizarse como enormes
antenas suspendidas del cielo. Dado que no hay problema de visión directa se
suelen utilizar frecuencias elevadas en el rango de los GHz que son
más inmunes a las interferencias; además, la elevada direccionalidad de las
ondas a estas frecuencias permite "alumbrar" zonas concretas de
la Tierra. El primer satélite de comunicaciones, el Telstar 1, se
puso en órbita en 1962. La primera transmisión de televisión vía satélite se
llevó a cabo en 1964.
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